lunes, 21 de junio de 2010

LA TRAMACÚA

YESID ARTETA

Tramacúa, es una expresión castiza perteneciente al lenguaje vernáculo de la Costa Caribe colombiana y equivale a los adjetivos: enorme, descomunal, gigantesco, demasiado grande… Tal es el calificativo con el que los lugareños han bautizado a la penitenciaria de Valledupar. Para llegar hasta las instalaciones del penal hay que recorrer desde la capital de la provincia del Cesar tres cuartos de legua a través de una ardiente y polvorienta trocha.

Durante la mayor parte del año la temperatura que reina en el valle de Upar está por encima de los 40º centígrados y la carencia de una infraestructura adecuada hace que el agua llegue restringida hasta el presidio. Los reclusos colombianos la consideran como la prisión más inhóspita del país.

La penitenciaria que fue inaugurada en noviembre de 2000 alberga en sus ocho pabellones entre 1500 y 1600 reos sentenciados por diversos delitos. La inmensa mayoría de los reclusos están allí cumpliendo largas condenas amén de que se encuentran alejados de sus lugares de origen y de su entorno familiar. Por tal motivo son pocos los prisioneros que reciben algún tipo de ayuda material o espiritual de parte de sus familiares, factor que agrava las duras condiciones de confinamiento.

La lectura es uno de los pocos pasatiempos con los que pueden gozar los reclusos, sin embargo la penitenciaria – por razones presupuestarias y la ausencia de una eficaz política de resocialización hacía los penados – no cuenta con libros suficientes para aliviar el castigo, y por tanto el ocio y la pérdida de esperanza hace que el enfado y la desazón se transformen en actos violentos. Son habituales las agresiones entre los propios reclusos o contra los guardianes y viceversa. En casos extremos algunos reclusos optan por poner fin al sufrimiento mediante el suicidio (ahorcamiento o corte de las venas), particularmente aquellos que se encuentran en las celdas de aislamiento.

Un grupo de personas que en el pasado tuvimos la desgracia de purgar algunos meses o años en la penitenciaria de Valledupar y que ahora gozamos de la libertad, nos hemos propuesto a la tarea de organizar una biblioteca de calidad para hacerla llegar a las autoridades del penal a fin de que se pueda implementar un plan de lectura. Por experiencia sabemos de cuán incalculable es el valor de un relato, una crónica, una novela o de un reportaje, cuando la vida se reduce a doce metros de libertad: el espacio físico de una celda. La literatura, no hay duda, nos ayudó a enfrentar la adversidad.


Barcelona, primavera de 2010

1 comentario:

  1. El estado debe garantizar los derechos humanos y la dignidad de todos los ciudadanos incluyendo a los que por cualquier delito esten presos. Realmente el estado esta fallando en materia grave con estas personas detenidas y la mayor parte de la sociedad desconoce o lo que es peor justifica los hechos basandose que la carcel es un castigo.P.Gomez Barranquilla Col,
    A los comandantes de la FARC vale la pena preguntarles si esa no es la misma medicina y quizas mucho peor la que reciben los secuestrados en la inmensa carcel que es la selva, donde estan amarrados sin esperanza, abandonados, sin familia,,,

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